Antonio... eres grande

Humildad. Eso es ser sevillista. Como tú lo eres Antonio. Que no te importaba donde jugar en el campo, que no te importaba si llovía, tronaba o hacía un sol ‘de escándalo’-como tu dirías Antonio-, lo que tú siempre deseabas era jugar con el equipo de tus amores, con la elástica que siempre sudaste, con la afición que tanto querías. Eso era ser sevillista Antonio.

Por eso nadie te olvida, por eso estas hoy en la ciudad deportiva bañado de bronce, por eso tienes un monumento a tu persona donde nadie lo tiene. Por eso tú eres sevillista. Antonio, porque de verdad que nadie te olvida, nadie es capaz de borrar de su mente ese minuto de la prórroga en el que tu pierna de diamantes salió del cielo y golpeó el balón hasta Eindovhen. Pero tampoco nadie de olvida de esa jugada tuya, en la Supercopa de Europa, en la que bailaste por soleá. Y ni mucho menos nadie se olvida de ese puño hacia arriba, llamando a tu abuelo, que ya es el abuelo de todos, dedicándole cada gol que conseguías.

Pero sobre todo, la gente recuerda tu humildad, tu arte, tu ‘grasia’ sevillana, tu forma de ser. La personalidad que te hizo grande, que te hizo amar toda tu vida, toda nuestra vida.

Y aunque seas humilde, Antonio, una cosa te voy a decir. Eres un grande. Tú, únicamente tú, has conseguido aunar a sevillistas y béticos. Tú nos enseñaste el camino hacia la gloria, tú has conseguido hacer las paces entres Juande y Del Nido. Tú, incluso, te despediste de nosotros donde todo futbolista quiere.



En el césped, ante su gente. Porque tú caíste una vez. Pero estando inconsciente te levantaste para decirles a las generaciones próximas que en este equipo se lucha, que este equipo se siente. Por eso eres el más grande.